Los franceses están llamados este domingo a votar en segunda vuelta para elegir al presidente —o presidenta— de los próximos cinco años, en unos comicios donde la extrema derecha ha llegado más lejos que nunca
Francia decide este domingo si quiere que el centrista Emmanuel Macron (Amiens, 44 años) gobierne otros cinco años o si prefiere apostar por la candidata de extrema derecha Marine Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 53 años), que por segunda vez consecutiva ha logrado llegar a la vuelta determinante de las elecciones presidenciales del país. En el camino han quedado otros 10 candidatos eliminados en la primera ronda, celebrada el 10 de abril. Estas son las claves de la nueva cita ante las urnas:
¿Cómo se elige presidente en Francia?
El presidente (o presidenta, aunque todavía no ha habido ninguna) francés es elegido por sufragio universal directo por un mandato de cinco años renovable una sola vez, aunque puede volver a presentarse de nuevo si entre medias gobierna otra persona. Si ningún candidato logra obtener más de la mitad de los votos emitidos (cuentan los depositados en la urna, salvo los votos en blanco y nulos), los dos con más sufragios recibidos en la primera vuelta pasan a una segunda y definitiva ronda 15 días más tarde, que es la cita que los franceses tienen este domingo. La primera vuelta se celebró el 10 de abril y a ella se postularon 12 candidatos, de los que solo lograron clasificarse el presidente saliente, Emmanuel Macron (con 27,8% de los votos), y Marine Le Pen (23,1%), líder del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional.
De los 67,8 millones de habitantes que tiene Francia, un total de 48,7 millones de franceses mayores de edad están inscritos para votar este domingo. Una de las grandes dudas es cuántos de ellos lo harán, ya que, una vez más, la sombra de la abstención planea sobre estos comicios. Según diversos sondeos, la abstención podría rondar el 26% este domingo, similar a la del 10 de abril, que ya se clasificó como la tasa más alta para una elección presidencial de los últimos 20 años. En el primer cara a cara entre Macron y Le Pen, hace cinco años, la abstención fue de 23,7%.
El Ministerio del Interior suele dar los primeros datos sobre la tasa de participación a las doce del mediodía y a las cinco de la tarde.
¿Cuándo se conocerán los resultados?
Los colegios electorales abren en Francia metropolitana (continental) a las ocho de la mañana y cierran en su mayoría a las siete de la tarde, salvo en las grandes ciudades, donde algunos permanecen abiertos hasta las ocho. Por eso, solo a partir de esa hora comienzan a darse los resultados a pie de urna. Aunque el recuento oficial dura bastante más, en general esos primeros datos son considerados como prácticamente definitivos, por lo que el candidato (o candidata) ganador probablemente tomará la palabra poco después, igual que el derrotado.
Una excepción a los horarios de votación: los territorios de ultramar (Guadalupe, Martinica, Guyana, San Pedro y Miquelón, San Bartolomé, San Martín o la Polinesia francesa) votaron el sábado.
¿Cuántos presidentes franceses han logrado ser reelegidos?
Desde que el mandato presidencial se acortó de siete a cinco años, en 2002, ningún presidente ha sido reelegido: el conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012) perdió ante el socialista François Hollande en 2012, y este decidió en 2017 no presentarse a la reelección. Tampoco Valéry Giscard d’Estaing logró en 1981 renovar un primer mandato de siete años. Así que, si gana este domingo, Macron ingresará en un club muy exclusivo de presidentes que han sido reelegidos bajo la V República: solo lo lograron el general Charles de Gaulle, François Mitterrand y Jacques Chirac (que lo consiguió en 2002 al funcionar por primera vez el frente republicano o cordón sanitario contra la extrema derecha, e imponerse en segunda vuelta al padre de la hoy candidata y entonces líder ultra, Jean-Marie Le Pen).
¿Qué poderes tiene un presidente francés?
El presidente francés es el jefe del Estado y de los ejércitos. Como jefe de Estado, “encarna la autoridad del Estado”, según el artículo 5 de la Constitución, y es, por tanto, el encargado de velar por el respeto de la misma, garantizar el funcionamiento de las instituciones y de la continuidad del Estado. Es decir, ejerce como un árbitro. De cara al exterior, es el “garante de la independencia nacional”, de la integridad territorial y del respeto de los tratados firmados por Francia. Y nombra a los embajadores.
En tanto que jefe de los ejércitos, preside los consejos y comités superiores de la defensa nacional. Y como Francia es una potencia nuclear, el presidente es el único que ostenta el “fuego nuclear”, los códigos para ordenar un ataque con una bomba atómica.
Finalmente, el presidente también es el jefe del Ejecutivo. Como tal, nombra al primer ministro, promulga las leyes, firma los decretos (pero no decide sobre ellos, solo permite su entrada en vigor), preside los consejos de ministros, puede someter un proyecto de ley a referéndum y puede disolver la Asamblea Nacional.
¿Es el presidente de Francia un “monarca republicano” con poderes plenos?
A menudo se habla de Francia como una “monarquía republicana” por la gran cantidad de poder que parece estar en manos de una sola persona, el presidente. No obstante, las cosas no son tan sencillas, sobre todo si la victoria electoral presidencial no viene seguida de una victoria legislativa que le asegure al inquilino del Elíseo una mayoría parlamentaria que no vaya a contradecir sus planes.
Aunque desde que se acortó a cinco años el mandato presidencial no ha vuelto a haber cohabitación (un primer ministro de un partido diferente al del presidente), esta situación sigue siendo posible. De hecho, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que quedó tercero en las primarias, ha llamado a que los franceses voten mayoritariamente a su formación para poder ser primer ministro, que es el que lleva el día a día de la política interna del país, y ejercer así de contrapeso de Macron o de Le Pen, en caso de una (improbable, pero no imposible) victoria de esta.
Aunque la Constitución no obliga al presidente a nombrar a un primer ministro surgido de la mayoría de la Asamblea Nacional, esta, si no lo hace, puede tumbar su Gobierno convocando una moción de censura. In extremis, el presidente podría disolver la Asamblea Nacional, pero ello provocaría una parálisis del Ejecutivo que nadie parece desear por el momento.
Todas las reformas que requieren de un cambio de la ley y, por tanto, pasan por el Parlamento, como la reforma de la jubilación que quiere promover Macron, o las restricciones a la inmigración que promete Marine Le Pen, podrían quedar en consecuencia paralizadas.