Dirigió la patronal entre 1978 y 1994 y fue uno de los ideólogos de la creación de la CEOE
Alfredo Molinas Bellido, presidente de Fomento del Trabajo entre 1978 y 1994, ha fallecido este viernes a los 98 años de edad. Abogado de formación y empresario, fue uno de los artífices de la reconfiguración, tras el franquismo, de la patronal catalana, desde la que colaboró con sindicatos y la Generalitat pero con la que mantuvo también un fuerte posicionamiento político. También jugó un papel esencial en la creación de la CEOE, de la que fue vicepresidente, para convertirla en uno de los engranajes empresariales de la Transición.
Molinas relevó al frente de la patronal catalana a Carles Ferrer Salat cuando este asumió la presidencia de la recién creada CEOE. Había sido él quien había ido a buscar al empresario para que liderara una nueva era patronal, en un intento de renovar Foment con jóvenes vinculados a entidades más abiertas de la sociedad catalana, como el Círculo de Economía, y sin la sombra de la Dictadura. Pero la cesión de Ferrer Salat a CEOE demostraba asimismo cuál era otro de los objetivos en la línea de pensamiento de Molinas y sus más próximos colaboradores: fortalecer la voz de la empresa española en una única cúpula para dotarse de mayor poder de negociación en la mesa de diálogo en la que los sindicatos acudían sin unión.
Desde esas posiciones mantuvo una fuerte posición representativa, tanto en el diálogo social fraguado en Cataluña como con los contactos mantenidos con políticos en los años ochenta.
Su participación fue clave en las primeras elecciones autonómicas de la Transición, al ser uno de los principales responsables de movilizar los 300 millones de pesetas reunidos por el empresariado para evitar que el PSC, que partía como favorito, pudiera imponerse en las elecciones, ante el temor de estrenar un gobierno marxista. Él mismo reconoció que se trató de una campaña articulada desde Foment, asumida después de fracasar en el intento de que Josep Tarradellas encabezara una coalición de formaciones políticas apoyadas por el mundo de la empresa. La inversión en forma de publicidad y prensa permitió la llegada de Jordi Pujol a la presidencia de la Generalitat.
Tras aquella operación política, Molinas se centró en la gestión de la patronal, su presencia en las mesas de diálogo con la Generalitat y la preparación de una nueva hornada de jóvenes directivos que pudieran ofrecer una nueva mirada a Foment. En 1986 encargó a Manuel Milián Mestre la elaboración de un listado de directivos capaces de asumir esa nueva era patronal. De aquel grupo sobresalía un joven llamado Juan Rosell, que acabó asumiendo la presiencia en 1995, pero también otros directivos como Joaquim Gay de Montellà (sucesor de Rosell en la presidencia), Joaquín Trigo o Alfonso Vilá.
En el diálogo social catalán, Molinas participó en diferentes acuerdos, entre los que destaca el Acuerdo Interprofesional de Cataluña, que acabó con la creación del Tribunal Laboral de Cataluña.